martes, 21 de septiembre de 2010

SUPERANDO UNA PÉRDIDA


La inseguridad, la corrupción, la impunidad en que vive mi país, ya ha tocado a la puerta de mi familia; de una forma cruel, dolorosa y que dejó un vacio en este mundo. No siquiera abundar en detalles sobre ello, escribir sobre lo acontecido aún me saca lágrimas puesto que en el fondo aún existe un duelo que debo sobrellevar; además, me aferro a la idea de que personas más allegadas a él se merecen ese respeto de mi parte. Tampoco criticaré el estado delictivo en el cual se encuentra México, me llamarán ilusa (por no decir otra palabra) pero confio en que las cosas mejoran, confio en el karma.
 
De lo que si quisiera comentar es del VIVIR; pero no de ese vivir en el que respiramos, comemos, dormimos; si no de un vivir en el que sentimos, lloramos, nos equivocamos, reimos pero sobre todo amamos. Porque este último, es el que realmente importa, el primero se da naturalmente; este vivir no tiene antónimo.
El antónimo de morir es nacer; nacemos para morir, es una ley y nada lo va a cambiar. Pero si vivimos disfrutando del hoy como si fuera el último día, es entonces cuando vamos a encontrar su sinónimo: TRASCENDER. Ya que no solamente habitaremos este mundo físicamente, si no que seremos recordados en la mente y el corazón de quienes nos conocieron y amaron.

Él ya trascendió, estuvo en mi vida y me enseñó a reirme de la misma; a disfrutar de una taza de café en una mañana nublada. Esa es mi manera de honrarlo y de superar su pérdida.
Y es ahí cuando me pregunto: ¿Cómo quiero ser recordada? ¿Quiero trascender? Ya que en la vida no se trata de lo que te sucede, sino de lo que haces con lo que te sucede.

A tu memoria.

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